Durante el proceso de recepción del paciente, de diagnóstico y de tratamiento, apelamos a cuanto hemos conocido desde el primer momento en la facultad hasta este mismo instante en que estamos asistiéndolo.
Se trata de hacernos una idea de lo que al paciente le pueda estar ocurriendo y de lo cual él lo único que ha podido decir es "me duele aquí" o "tengo fiebre"o "me parece que tengo gripe", o... etcétera.
A continuación vamos ubicando al paciente en alguna de las nosologías que hemos estudiado insisto ya desde la facultad o que hemos visto en el transcurso del ejercicio profesional o puede ocurrir que no logramos enmarcarlo y vamos a considerar su situación como un proceso en estudio.
Para ello solemos acudir también a elementos que no son propiamente o estrictamente académicos de la facultad de medicina o de los hospitales de formación; muchas veces apelamos a nuestras propias experiencias con las cuales hacemos nueva teoría y también a los recursos de nuestra propia intimidad ya sea personal, familiar o comunitaria y así ingresa al gran campo del conocimiento que es la fe misma. Sí; nosotros nos nutrimos como todo ser humano de lo que conocemos por la razón y por la fe; son dos conocimientos distintos, complementarios y necesarios el uno para el otro y que necesitan el uno del otro.
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